Consulta de psicología y psicoanálisis

Tratamiento de los problemas sexuales

La elección sintomática

Para empezar, una pregunta sobre los problemas sexuales que no por reiterada no deja de tener actualidad. ¿Por qué nuestros problemas toman la sexualidad como una de las elecciones sintomáticas preferentes? 

En una primera aproximación, podría decirse que el núcleo sobre el que gravitan nuestros conflictos está siempre en la relación con los otros. Es ahí donde se desvela nuestra posición en el mundo, pues es donde descubrimos nuestros afectos por los otros y cómo somos afectados por los de los demás. Este descubrimiento saca a la luz, y de forma desagradable, el desconocimiento sobre nuestras propias pulsiones, sobre lo inconfesable de nosotros mismos.

Por un lado, partimos de un desamparo originario que hace que todo se haya tejido en nuestros primeros vínculos. Por otro, eso no impidió, todo lo contrario, nuestra respuesta viva, placentera y sufriente, que tomó como terreno de expresión nuestro cuerpo. Pasiones encarnadas que tomaron la delantera sobre cualquier proceso consciente. Es más, en vez de ver reducida su esfera, atendiendo a sus orígenes, el ámbito de la sexualidad se amplía, pues es sexual todo lo referente a cualquier zona erógena del cuerpo, incluido el pensamiento. No será de extrañar, entonces, que sea en este reduzco resistente a la voluntad, nuestro cuerpo, donde estallen nuestros conflictos y donde nos veamos impotentes para controlarlos.

Naturalmente, los problemas sexuales se manifiestan de maneras muy distintas según las edades. Pero aquí nos centraremos en los de la edad adulta, que no dejan de ser los herederos de todos los impases previos.

Tratamiento en Enlazo de los problemas sexuales

El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno

Gabriel García Márquez

La lujuria merece tratarse con piedad y disculpa cuando se ejerce para aprender a amar

Dante Alighieri

Los problemas sexuales, lo uno y lo múltiple

Cada uno con lo suyo. Así se manifiesta el síntoma, que no deja de ser una construcción del sujeto, y que alberga siempre dos caras. Una enlaza con la historia del sujeto; la otra, de entrada incomprensible, es vehículo de un modo de satisfacción que no podemos reconocer. Pero en ambas el síntoma expresa lo más privado de nosotros mismos. Así, este corazón de nuestro ser constituye lo Uno que nos habla en lengua extranjera, donde han quedado fijadas nuestras pasiones. Una única torre, como la de Babel, donde se hablan múltiples lenguas, cada uno la suya, la de su síntoma. Un símil que podría valernos, si añadimos que incluso la lengua propia es también desconocida para quien la habla. Es decir, que somos hablados por nuestros síntomas.

Ello explica De forma que, en uno puede ser la pérdida total de deseo, masculina o femenina, llegando hasta la aversión; en otro, un deseo impotente, abocado al fracaso en los distintos momentos de la puesta en práctica; en otro, al contrario, una adicción, la necesidad de expresión ilimitada de la sexualidad, que termina conduciendo al sujeto a su abismo, como refleja la película Shame. Sin duda, unos mirarán con envidia el síntoma del otro, pero aquí cada uno camina en su calvario particular.

Síntomas asociados

  • Pérdida del deseo
  • Apatía, frigidez, aversión
  • Impotencia, eyaculación precoz
  • Fantasías inconfesables
  • Adicción al sexo, infidelidad
  • Trastornos en el orgasmo
  • Dispaurenia (dolor genital)
  • Fenómenos de disociación

El tratamiento psíquico de los problemas sexuales

Por eso, el tratamiento no puede ser sino particular, acompañando al paciente a descubrir lo que ha ido formando su sexualidad. Con frecuencia, la modalidad sintomática actual vino precedida de una constelación de expresiones afines. Paso a paso se irá dibujando la lógica subyacente que las aglutina. Una lógica que se sostiene en la respuesta a un mismo impás, como el síntoma se empeña en recordarnos.

Pero, aclarar el recorrido de los avatares de su deseo no es suficiente para que ese desagradable compañero de viaje -el síntoma- nos abandone. Se requiere algo más. Igual que el síntoma tiene su doble cara que lo hace tratable y a la vez intratable, también el tratamiento tiene su doble cara. De otra forma, estaría condenado al fracaso. Lo importante del tratamiento va dirigido a movilizar la respuesta originaria del sujeto, que una vez lo salvó y ahora lo encadena. Y aquí se rema a contracorriente, pues el sujeto descubrirá cómo se aferra a modos de satisfacción que contribuyen a su propio estrago.

Por último, teniendo su origen en la problemática de la relación con el otro y en cómo vehiculamos ahí nuestras satisfacciones, la salida no puede ser tampoco solitaria. Porque es el síntoma lo que nos aboca a la soledad. Salir implica la compañía del tratamiento para volver a trenzar con la pareja un modo menos sufriente. Por lo tanto, implica también comprender y saber tratar el síntoma de la pareja. En definitiva, para bien o para mal, toda relación no deja de ser sintomática.

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