La otra cara de la depresión
Las múltiples caras de la depresión
La depresión, a la que enfáticamente se la ha llamado la epidemia del siglo XXI, no sólo exhibe su rostro a través de la tristeza y la soledad, tiene también otra cara. En este artículo se apuntan nuevas y paradójicas modalidades de la depresión, como son los encuentros pasionales (el amor fusional), los deportes de riesgo y determinadas acciones autolesivas hacia el cuerpo. Concretamente, la necesidad de recurrir a los encuentros pasionales como modo de ocultar la depresión.
El término depresión como diagnóstico clínico es algo muy extendido en la época actual. En el ideario colectivo queda normalmente asociado a una persona con semblante triste, con escasa motivación, más o menos desvitalizada y con serias dificultades para dirigir su voluntad. Esto sucede, aun cuando las tareas a realizar sean las más simples del quehacer cotidiano, como levantarse de la cama, asearse o preparar la comida. En la mayoría de los casos pensamos en personas con un discurso autodenigrante, que hacen saber a cualquiera lo poco que valen y, por lo tanto, lo poco que merecen. Incluso, hasta el punto de necesitar ser castigados para compensar sus sentimientos de culpa por no estar a la altura de lo que la familia, la sociedad o cualquier otro pudieran pretender.
La otra cara de la depresión
De un tiempo a esta parte la palabra depresión está en constante circulación y es motivo de numerosas investigaciones médicas, psicológicas y sociológicas. Muchos pacientes llegan incluso a la consulta con el diagnóstico ya decidido, luego de haber hablado con amigos o haciendo una búsqueda por internet.
Pero la depresión tiene también otra cara, otro modo de manifestarse. Se trata de esas otras modalidades de tratar ese sentir desvitalizado, como es la búsqueda incesante de encuentros pasionales, acontecimientos que produzcan un fuerte impacto sobre el cuerpo, para sentirlo vivo. Son modos diferentes de hacer con el dolor psíquico, donde, en lugar de condescender a la voluntad depresiva y dejarse atraer por la cama, se busca una solución al dolor por medios más pasionales.
El amor fusional
Es frecuente encontrar personas que acuden a la consulta luego de una gran frustración amorosa, con la dificultad “de pasar página”, incapaces de asumir esa pérdida, a la espera de un relato que dé cuenta de lo sucedido. Se entiende que esa decepción amorosa haya dejado a la persona sumida en un profundo dolor, pero investigando en su historia personal podemos también observar la continuidad de un dolor, instalado desde momentos muy tempranos de su vida. Las elecciones de amor intensas, fusionales, absolutas, generan muchas veces la ilusión de poder ser salvados de ese dolor existencial. Nos engañan al pretender constatar que es posible compensar todo el amor que se cree no haber recibido.
La otra cara, los deportes de riesgo
¿Cuál es el riesgo de hacer un deporte de riesgo? La vida. Una obviedad que curiosamente a veces se nos escapa. Este tipo de actividades que coquetean con el peligro tienen una doble faz. Por un lado, generan un impacto muy grande en el cuerpo, al punto de llevarlo a una sensación de éxtasis vital muy intensa. Pero, por otro, encubren, al mismo tiempo, fantasías de suicidio inconscientes.
Llegados a este punto, es necesario hacer la salvedad de que no es posible establecer una generalización. Más bien, se trata de pensar en cada caso hasta donde se trata de una actividad deportiva y de ocio, y hasta donde implica un riesgo autodestructivo ligado al dolor de existir.
Acciones lesivas sobre el cuerpo
En la misma línea podemos pensar ciertos actos que algunas personas infringen sobre su propio cuerpo. Es el caso de las autolesiones, por ejemplo los pequeños cortes. Estas personas suelen confesar que ese dolor corporal les producen satisfacción. Es así porque, de este modo, sienten aliviado el dolor psíquico o moral: al mortificarlo sienten un cuerpo vivo. Y podemos extender esta lectura a otras prácticas como la privación excesiva de comida o el abuso de algunas drogas.
De esta manera, todas esas prácticas pueden enmascarar un sentimiento melancólico bajo el ropaje de una vida intensa y pasional. Se trataría de soluciones particulares a un sufrimiento excesivo, pero que pueden conllevar, por la vía opuesta, las mismas consecuencias destructivas.
Poder pensar que existen otras soluciones al dolor de existir es el primer paso para realizar una consulta a tiempo, con el fin de reacomodar las piezas de la propia vida y armar un puzle menos sufriente.