¿Cuál es tu malestar?
Consulta nuestros tratamientos a los síntomas más frecuentes
Qué tratamos
En Enlazo, tratamos tu malestar. Para guiarte, te presentamos una serie de fichas sobre nuestros tratamientos a los síntomas más frecuentes. Los hemos clasificado en tres grupos, clásicos, de relación y contemporáneos.
Incluimos en el primer grupo, la angustia, la depresión, las obsesiones, las fobias y los ataques de pánico. En el segundo, todo tipo de problemas de relación y de pareja. En el tercero, los síntomas contemporáneos, el estrés, el TOC, los problemas con la imagen corporal, la anorexia y la bulimia.
Para que puedas navegar según tu interés, te proponemos como juego que los identifiques a partir de imágenes de películas famosas.
Una introducción al síntoma
A continuación, puedes leer un artículo sobre las dos caras del síntoma. En él te mostramos cómo, más allá de la desagradable tarjeta de visita que presenta todo síntoma, nos abre la oportunidad de trabajar algo de nosotros mismos.
Es la sorpresa que nos puede deparar el síntoma, una vez sorteado su lado sufriente. Quizás encierra también nuestra potencialidad, dado que se ancla directamente en nuestra singularidad. Más allá de los aspectos comunes, cada síntoma apunta a una particularidad del sujeto.
Nuestros tratamientos van encaminados a entender el conflicto que los origina para permitir otra salida.
Tratamos el origen de tu malestar
Las dos caras del síntoma
La tarjeta de visita del síntoma suele ser su aspecto problemático, una irrupción imprevista y desconcertante que viene a alterar la vida del sujeto. De repente, la imagen ideal de nosotros mismos se ve alterada por este desagradable compañero de viaje, que se obstina en mostrar algo que hasta entonces había permanecido oculto.
Esta cara del síntoma trae por tanto un mensaje, en apariencia indescifrable, reprimido a la conciencia, al que cualquier esfuerzo de la voluntad y del pensamiento no alcanza a desvelar. Pero si tiramos del hilo con frecuencia aparecen antecedentes. Entonces, van saliendo a la luz problemas anejos que constituyen toda una constelación, y que nos orienta hacia otro lugar. Un tipo de respuesta del sujeto enfrentado a una problemática particular.
Así se entiende el ocultamiento y el desagrado que provoca todo síntoma. Algo ha puesto en jaque al sujeto, algo que le toca en el núcleo de su ser, esto es, en su relación con los demás y con el mundo, provocando este retorno pulsional. Pero no debemos olvidar que el síntoma es la respuesta a un problema y no el problema mismo.
Quiere esto decir que sin tratar el problema del que es efecto, de nada servirá combatirlo a ciegas, porque encontrará más pronto que tarde otra vía, y a veces peor que la anterior.
El verdadero problema
Imaginemos que han saltado los plomos de la casa y que al ponerlos vuelven a saltar. Ningún electricista se limitaría a recomendarnos solo un cambio de fusible. En algún punto del sistema eléctrico de la casa hay algo que falla, y si no atendemos el problema es posible que arriesguemos la próxima vez algo más valioso que un fusible.
Querer saber sobre el síntoma es la respuesta lógica que nos encaminará hacia el verdadero problema que lo ha hecho surgir. Todo síntoma esconde una verdad. Pero no sólo una verdad, no sólo algo de nosotros mismos que desconocemos, tiene también otra cara que dirige su mirada hacia nuestras pulsiones. De ahí recibe su fuerza y el desconcierto que nos provoca, porque nos toca en la intimidad.
Hasta entonces habíamos sobrellevado ciertos encuentros, pero ahora se ha producido una descompensación y ya no es posible volver al estado anterior. Ahora toca hacerse. Lo que ha surgido dice de nosotros.
Todo síntoma tiene una particularidad irreductible que apunta siempre a un sujeto concreto y al uso que hace de él, que es su modo actual, por penoso que sea, de habitar el mundo.