Consulta de psicología y psicoanálisis

Tratamiento de los problemas de relación

¿Con quién nos relacionamos?

En esta quinta ficha sobre los problemas de relación vamos a ampliar nuestra mira para intentar cernir la dificultad que anida en cada encuentro con el otro. Porque la base de dichos problemas está lejos de limitarse a las relaciones amorosas o de pareja, afecta también a todas nuestras relaciones, de amistad, familiares, compañeros de trabajo. En ese lugar vacío, cada cual coloca su infierno particular, ése que le condena a su soledad.

Primero, entonces, ¿cuál es ese lugar? ¿Quién es ese otro con el que nos relacionamos? Bueno, es el que hace pareja en nuestra relación al mundo. Es quien responde en el libreto imaginario donde nosotros no somos el escritor sino, más bien, el personaje principal. Nuestra contraparte será cualquiera, pero con una condición, responderá siempre lo mismo. Desplegará siempre lo nuclear de nuestra problemática fundamental y terminará dándonos la misma respuesta.

Esta repetición, como si fuéramos el novelista que repite en cada novela la misma historia, nos habla de esta paradoja de escritura, que hace que seamos a un tiempo escritor y marioneta de nuestra historia. ¿Por qué ocurre esto? Porque nuestro otro remite al molde donde dirimimos en su día el conflicto de nuestros deseos. No pudiendo alcanzar nunca la satisfacción, repetimos la fórmula que encontramos, la que nos dio un lugar en el corazón del otro… con todo lo problemático que esto pudiera ser.

Tratamiento en Enlazo de los problemas de relación

No ser amados es una simple desventura, la verdadera desgracia es no amar

Albert Camus

El miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse con otro

Woody Allen

La repetición de los problemas de relación

Así se entiende que el paciente sienta que está siempre dándole vueltas a la misma historia, que caiga siempre en lo mismo que le ha hecho sufrir. Incluso se disculpa por contar un nuevo episodio de lo mismo, arrancando con un «he vuelto a discutir», o «mis compañeros me han vuelto a hacer el vacío», o «mi pareja sigue sin escucharme», o «de nuevo, siento que me engaña». Quisiera pasar página, cambiar de género literario, pero no lo consigue. En realidad, no se da cuenta de que está ante el tema de su vida, incapaz, de momento, de darle otra respuesta. Y ahí seguirá hasta que lo consiga, sometido al otro de su estrago.

Esta fijeza en el otro imaginario con el que nos relacionamos es la que nos empuja a deformar la realidad en aras de nuestra problemática. Nos vuelve a colocar ante ese otro en el mismo lugar. Naturalmente, la cosa se complica porque las personas de carne y hueso con las que nos relacionamos están también en su propio mundo interior, en la trampa de su satisfacción. Y cada uno va secretamente a la caza de aquel que vuelve a sacar a la luz sus miserias, en sus problemas de relación. 

No es que no haya buenos encuentros, por supuesto, pero los solemos dejar de lado. Sólo escuchamos aquello que hace eco en nuestro sufrimiento interior. Por eso, por ejemplo, no escuchamos la mayoría de las alabanzas que nos hicieron y nos quedamos con el pero que puso uno en especial. O sea, que encontramos siempre nuestro otro para seguir torturándonos un poquito más.

Síntomas asociados

  • Fantasías inconfesables
  • Pérdida del deseo
  • Timidez
  • Celos, infidelidad
  • Maltrato, estrago
  • Apatía, frigidez, aversión
  • Impotencia, eyaculación precoz
  • Conductas autolíticas

Cómo tratar los problemas de relación

¿Cómo sacarse de encima el otro que nos tortura? ¿Cuándo lo conseguiremos? Tenemos que tener en cuenta que a cada uno le atrae su propio escenario e intenta forzar al otro con quien se encuentra para que sirva dentro de su guion. Por supuesto, todo esto sucede sin tener conciencia de ello, y sólo somos despertados de nuestro sueño cuando estalla nuestro malestar.

Pongamos un ejemplo, el de alguien que siente que su pareja actual lo, o la maltrata, pero no puede separarse. Se encuentra impedido-a para tomar su propio camino hasta que resuelva el conflicto suyo, que se expresa en una escena de maltrato. Si no lo hubiera, probablemente ya habría conseguido separarse. Es más, quizás fue esta problemática interior la que lo o la dejó vulnerable ante un otro que tenía la suya, resolviendo de manera impositiva. Son dos dramas, en realidad, los que se encontraron. Y cada uno ha de poder dar mejor respuesta al suyo para liberarse de él. Así, será también una exterioridad para el otro y no su víctima.

Ayuda, entonces, ver cuál es el drama del otro para no caer en su juego. Porque cayendo en su juego estaremos cayendo en el nuestro, ya está escrito en nuestro libreto. Además, «su juego» es también la trampa donde el otro cae, la miseria de la que no puede salir. Si no lo vemos, se nos transforma en nuestro otro, y le estaremos dando la fuerza que no tiene. El no poder hacer con el problema propio alimenta el no poder hacer del otro con su problema.

La salida a ese circuito infernal pasa por ir despejando en consulta estos lugares hasta entonces imposibles. Entonces, cuando uno puede poner límite a lo propio, una decisión se hace posible.

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